Eduardo Marcos Rueda
En el inicio del Master Semi presencial
“Estudios avanzados de Seguridad Social” que se realiza en el Centro
Interamericano de Estudios de Seguridad Social, México, se ha tratado el tema
de las Rentas Básicas o Prestaciones de Garantía de suficiencia o Prestaciones
no contributivas, en diferentes países.
El análisis comprende desde el origen del
derecho en sí hasta el financiamiento, los beneficiarios, requisitos y los
montos que se otorgan a través de diversas prestaciones. Estas pueden estar dentro
del esquema de la Seguridad Social o fuera
de ella, íntegramente a cargo del Estado.
El origen de estos beneficios es el derecho
de toda persona a tener una vida digna. El derecho de una persona humana está
por encima de cualquier otra situación de financiamiento, dijo uno de los
conferencistas, el doctor Santiago Gonzáles, de España. Y citando a Paul Durán
(La asistencia ha dejado de ser una liberalidad para convertirse en un derecho),
el doctor Álvaro Rodríguez, conferencista de Uruguay, indicó que se está dando
paso a la base del estado de necesidad, por lo menos en mi país, remarcó.
El derecho humano fundamental, requiere de
una protección, principalmente por parte del Estado. Si bien, en la gran
mayoría de los casos se rompe el tradicional esquema basado en la relación
aporte-beneficio o en el deber-derecho de la persona (prestaciones contributivas
y no contributivas), característica fundamental de la Seguridad Social, en este
caso, se va más allá.
Es que la realidad está haciendo ver algunas
limitaciones en cuanto a cobertura e insuficiencia de las pensiones y nos está
llevando a estas modificaciones o consolidaciones de las rentas básicas.
La prestación más conocida es la pensión por
vejez, no contributiva, y dirigida a las personas que no han adquirido derecho
a una pensión por ningún sistema de Seguridad Social. Está aplicándose en la
gran mayoría de los países del mundo con nombres diferentes pero bajo
requisitos similares: edad avanzada, situación de pobreza o necesidad, fijación
de un monto, etc.
Precisamente, es importante determinar ¿quiénes
están en extrema pobreza? ¿Cómo se evalúa la pobreza? Hay muchas formas y, tal
vez, la más importante sea comparar sus pocos ingresos –si los tiene- con la
canasta familiar o los ingresos básicos, o la pensión mínima, etc.
Dada las diferencias culturales, uno diría
que en los países europeos o en los más desarrollados, este inconveniente se
supera fácilmente. No es así. El problema se presenta en todos los países.
Algunos piensan que la universalidad e
incondicionalidad del derecho (otorgarle a todos los mayores de 70 años que no
tienen pensión, por ejemplo, sin necesidad de evaluar si está en condiciones, o
no, de pobreza) facilitaría la gestión, eliminaría los fraudes y se ahorrarían
los gastos de esa evaluación administrativa; pero su objeción es el costo total
para el Estado (Suiza lo rechazó por esta razón) y el hecho de que sería una
mala redistribución porque el dinero destinado a los pobres, eventualmente, se
estaría repartiendo también entre los ricos.
Hay otras formas de prestaciones como el otorgamiento
de un monto para llegar a la pensión mínima, pensión básica no contributiva
para los incapacitados, el seguro de desempleo (temporal), asignación universal
por hijo (Argentina), Bolsa familiar (Brasil), subsidio al empleo joven, bono
por hijo, bono al trabajo de la mujer, bono de invierno (Chile), asignación por
nacimiento de un hijo, asignación económica por sepelio, etc. Algunas de ellas
tienen vigencia en nuestro país, bajo otros nombres.
Por lo menos entre nosotros, se van a generar
debate y muchos indicarán que la pobreza es un fenómeno natural, que existe sobrepoblación, que puede ir contra la
economía; o la de quien reclama ¿porque con la plata que pago por mis impuestos
se va a pagar a quienes nunca hicieron algo para trabajar?, las que desincentiva
el trabajo (ya nadie va a querer trabajar; cuidado que hay algunos que lo
buscan y no lo encuentran), se va a abusar de este derecho o se va a ocultar
los verdaderos ingresos, van a haber más pobres.
Fundamentalmente, es necesario observar una realidad:
la pobreza (cuyos números no bajan sustancialmente) y, frente a ella, la
necesidad de una política por contrarrestarla.
Ciudad
de México, setiembre 2 de 2016
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