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EL JOKER, EL TRABAJO Y LA VIDA

 

       Ray Diego Chipana 

Egresado de la carrera profesional de Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ex coordinador general y miembro principal del Círculo de Estudios Laborales y de la Seguridad Social - CELSS.

Elio A. Béjar  

Abogado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM); Director General de la Comunidad Sanmarquina de Estudios Sociolaborales (Cosades); miembro principal del Círculo de Estudios Laborales y de la Seguridad Social (Celss), Especialidad en Seguridad Ocupacional y Salud en el Trabajo por la UNMSM; Inspector Auxiliar de la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil).


“El joker” narra parte de la vida de Arthur Fleck, quien luego de un conjunto de hechos se convertirá en el antagonista de uno de los héroes principales del Universo DC: Batman.

Arthur Fleck vive en la ciudad Gotham, violenta metrópoli, cargada de toda clase de desigualdades sociales y que representa una escena común en las sociedades occidentales, lo que hace parecer que la historia de El Joker y de Gotham podría desarrollarse en cualquiera de nuestras grandes ciudades.

La película comienza con el décimo octavo día de huelga de los trabajadores de limpieza pública anunciándose por la radio. Es el primer conflicto laboral puesto en escena y marca la pauta de la decadencia urbana de Gotham. Tradicionalmente, una huelga de los trabajadores de la limpieza pública no sería considerada como un conflicto esencial, en tanto no es consignada, por la CEACR, dentro de la lista de servicios esenciales. Pero en Gotham la basura dejada diariamente en las calles se mide por toneladas, tanto en los sectores populares como en las zonas “exclusivas”, ocasionando condiciones de insalubridad intolerables, configurándose un auténtico estado de emergencia que pone a la ciudad en una posición vulnerable y hace de la huelga una de carácter esencial.

En este contexto aparece Arthur, un ciudadano que aparenta un poco más de cuarenta años de edad y que constituye el único sustento económico de Penny Fleck, su madre de edad muy avanzada.

El primer agravio importante sufrido por Arthur fue el ataque perpetrado por un grupo de inadaptados, cuando se encontraba trabajando como promotor de ventas -lo que en Perú se conoce como “jalador”- en una tienda de instrumentos musicales, vestido de payaso –que era su verdadero oficio- y sosteniendo un cartel mientras bailaba al ritmo de las notas de un piano. Los agresores, tras haberle arrebatado el cartel y huido, se lo revientan en pleno rostro para luego, por puro morbo, molerlo a golpes en el pavimento de un callejón. Su empleador —efectivamente, como podría esperarse en una sociedad carente de límites y guiada por el lucro y el individualismo—, lejos de hacerse cargo de los daños sufridos por Arthur, le descuenta el valor del letrero de su salario, lo que constituye una reducción inmotivada de la remuneración, pues los trabajadores, en ningún caso, deben correr con los gastos generados por la pérdida de bienes, aun cuando esto fuese responsabilidad suya. El empleador solo se encuentra facultado para sancionar al trabajador con una de las siguientes cuatro opciones: amonestación verbal; amonestación escrita; suspensión; o despido. El descuento del salario es una operación prohibida por el derecho del trabajo, dado su carácter alimenticio.

Por otra parte, el asalto sufrido por el protagonista constituye un auténtico accidente laboral, aunque haya ocurrido en la vía pública. Un accidente laboral se define por el padecimiento de un daño repentino producido por causa del trabajo o con ocasión de este. De ninguna manera, el concepto condiciona que se produzca un accidente de trabajo al lugar en el que se produjo el daño.

Pero Arthur Fleck no solo se encontraba realizando labores ordenadas por su empleador o por la tienda de música, sino que el riesgo civil o social al que se encontraba expuesto era perfectamente identificable, dadas las características sociales de la ciudad, de manera que debió elaborarse la respectiva IPER que contenga las medidas de control, necesarias para eliminar el riesgo al que se encontraba sometido el trabajador en la vía pública. Sobra indicar que, ante tales incumplimientos, Arthur debió recibir una indemnización por accidente de trabajo.

Precísese que Arthur trabajaba para una empresa de intermediación laboral. Según lo dispone la Ley N.° 29783, es el empleador el obligado a garantizar la seguridad y salud del trabajador, pero cuando exista una empresa usuaria, esta debería coordinar con la empresa principal el cumplimiento de los deberes de seguridad y salud; de lo contrario, la empresa usuaria será responsable solidaria por el accidente de trabajo. Es por esto que Kenny's Music, la tienda de instrumentos musicales, no puede soslayarse de sus obligaciones por no ser el empleador directo del accidentado. Debemos de tener en cuenta que las empresas intermediadoras también tienen la obligación de proteger la vida y la salud de los trabajadores intermediados, así como reportar a la Autoridad Administrativa de Trabajo los accidentes, incidentes peligrosos y las enfermedades profesionales. Al tratarse de Gotham, una ciudad convulsionada, caracterizada por el caos y el desorden, debemos observar que tanto Arthur, como sus compañeros, no reciben ningún tipo de capacitación por parte de su empleador, ni consideraban el factor social como un elemento de riesgo, incumpliendo el principio de prevención.

Seducido por tener entre sus manos algún medio de protección, Arthur acepta, por insistencia, un arma de fuego que le otorga su compañero de trabajo, en calidad de obsequio, al enterarse del brutal ataque recibido por aquel. Nuestro protagonista padece de enfermedades mentales de carácter psicóticos que le hacen perder el vínculo con la realidad y, además, sufre de crisis de epilepsia gelástica, enfermedad que le hace reír involuntariamente y que, según los especialistas, puede ser más frecuente en ocasiones de estrés. Con todo esto, Arthur se encontraba prohibido de usar armas; sin embargo, no podía resistirse a contar con la protección que ninguna persona ni autoridad en Gotham le brindaba. Es así que cuando Arthur se encontraba ofreciendo un espectáculo en un hospital para niños, el arma se desliza entre su camisa y cae ante las sorprendidas vistas de doctores y enfermeros, lo que provoca el despido intempestivo de Arthur. Este despido es lesivo de derechos fundamentales por la clara violación al debido proceso, lo que trae como consecuencia que el despedido pueda acudir a las autoridades pertinentes para obtener su reposición o una indemnización.

Como si haber caído en el desempleo fuese poca desgracia, Gotham, tras una medida económica de recortes sociales, decide eliminar el presupuesto del programa de asistencia psicológica que Arthur seguía para atender su enfermedad, quedándose sin medicinas y sin la ayuda de la trabajadora social, la única persona con quien podía conversar y ser escuchado, la misma que sufre una especie de despido colectivo por causas económicas al haberse eliminado el puesto de trabajo que ocupaba.

Penny, madre de Arthur, quien trabajó para la familia Wayne por más de 30 años, no parece percibir pensión alguna luego de jubilarse, por lo que intenta acudir siempre a la benevolencia de su antiguo empleador para recibir ayuda económica a su avanzada edad, sin éxito alguno, hasta que un colapso la envía al hospital en cuidados intensivos en el preciso momento en el que Arthur pasaba por su peor momento.

Se supo luego, que Penny permitía que una pareja suya maltratara físicamente a Arthur, ignorando en todo momento el efecto traumático que producía en el menor. Estos constantes abusos explican los posteriores problemas psicológicos de Arthur. Lo que no queda claro en la película es si estos abusos se cometían dentro del centro de trabajo o si los problemas psiquiátricos que padecía Penny se agravaron durante su relación laboral con los Wayne. De ser así, tendríamos que observar que el trabajo no ha servido para que se produzca un ser nuevo ni para la realización de la persona.

Desempleado, sin asistencia social, sin medicinas, con su madre en el hospital, discriminado por sus enfermedades, humillado públicamente por su más grande ídolo de las comedias, Franklin Murray, y habiendo descubierto que su mamá era realmente una adoptiva y sufría de psicosis delirante con trastorno de personalidad narcisista; Arthur, de temperamento más bien inofensivo, se va convirtiendo, de este modo, en El Joker: un psicópata, asesino y figura anónima de una revuelta social que reacciona, precisamente, contra la discriminación, el desempleo, la falta de servicios públicos y la injusticia social imperante en Gotham.

Arthur Fleck, lejos de pertenecer enteramente al reino de la ficción, es la imagen de una realidad vivida a diario por millones de trabajadores. Representa el proceso sinergético de causas, efectos y variables que explican el origen de sociedades enfermas que enferman a sus ciudadanos; que desaparecen todo rastro de comunidad y lo reemplaza por la yuxtaposición de consumidores indiferentes al sufrimiento ajeno, todo lo cual fue denunciado por el propio Arthur durante la escena en que asesina a Murray.

El trabajo es componente fundamental de la salud social: el trabajo del individuo, el trabajo de la limpieza pública, el trabajo de los servicios de salud física y mental, el trabajo de nuestros padres cuando somos niños, el trabajo de los medios de comunicación, el trabajo de los sistemas de pensiones. Toda la felicidad y el bienestar de la comunidad depende del trabajo y del modo en que establecemos nuestros vínculos humanos a través de él. Por eso la historia de El Joker puede reconocerse, aunque sea en estado potencial, en cualquiera de nuestras grandes ciudades, porque todas incuban el germen insalubre de la injusticia social.


Esperamos que esta inauguración de nuestra #CarteleraCELSS haya sido de su agrado y que nos apoyen compartiendo.


Comentarios

  1. Muy buen análisis, me ha gustado la parte donde explican que no te pueden descontar el sueldo por la pérdida de bienes en el trabajo, me habría quedado con varios soles cuando era mesero y rompía algunos vasos, jajaja.
    Me ha gustado mucho que unan el Derecho Laboral con las películas, hay muchas cosas que como espectadores pasamos por alto. Un saludo y sigan así.

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    Respuestas
    1. En efecto, estimado lector, aunque la pérdida de bienes sea responsabilidad del trabajador, no cabe el descuento. En el caso de los vasos rotos, procede una amonestación verbal o escrita.Incluso si se tratase de robo por parte del trabajador, lo que corresponde es el despido, pero no el descuento. Muchos empleadores se sorprenden al oír esto. Gracias por el saludo y los buenos deseos.

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